Altura
Diámetro
Hoja
Porte
Forma
Color
Otros
Tal como se ha indicado anteriormente esta información es fundamental para la elección de la especie en determinados casos como árboles a plantar en espacios limitados, pero hay que considerar las variedades y también las condiciones climáticas, la posibilidad del riego necesario para la especie y el tipo de suelo. Todo ello puede condicionar el tamaño definitivo de un ejemplar concreto.
A las especies de especies leñosas que pierden todas las hojas a una vez se les agrupa con la denominación de especies de hoja caduca; cuando la caída de las hojas no es simultánea y los ejemplares siempre están con hojas como especies de hojas perennes. También existen especies que permanecen con las hojas secas en el árbol hasta que aparecen las nuevas, a estas especies se les denomina marcescentes. En este trabajo a las especies de hojas marcescentes las incluiremos en el grupo de las de hoja caduca.
Cuando se habla del porte de una planta leñosa, se refiere su aspecto general, a su forma en conjunto sin precisar aspectos concretos que se pudieran apreciar al acercarse y tocar la planta. Es decir, es una percepción “desde la distancia” que puede ayudar a hacer una primera identificación, o bien elegir una forma externa por un criterio estético, sin entrar a valorar inicialmente otras características. El porte de una planta no es un criterio objetivo al cien por cien, dado que la misma especie en ocasiones puede presentarse con varios portes debido a diversas causas, naturales o artificiales, por lo tanto no es una característica científicamente utilizada por la sistemática botánica en la actualidad. Sin embargo es un criterio fundamental cuando se quiere elegir una planta para su uso en jardinería o bien para su utilización didáctica con personas no introducidas en conocimientos botánicos taxonómicos habituales como la estructura de las flores o frutos.
Un solo tronco y una copa con hojas con diversas formas y tamaños. La altura de los árboles también es muy variable y ella influyen no solo las propias características genéticas de la especie, sino también el tipo de suelo donde crece, la climatología, su riego, abonado, etc. Es habitual ver árboles autóctonos de un lugar con dimensiones cuatro o cinco veces mayores que esa misma especie plantada en otros lugares de forma alóctona; sin embargo en este último caso el aspecto del árbol puede ser también óptimo, sin embargo de mucho menor tamaño. También el avance en técnicas de jardinería, agrícolas o silvícolas han hecho que algunas especies se utilicen con diversos tamaños que favorezcan su utilización. Por ejemplo la recogida de la fruta ha condicionado una generación de árboles de menor tamaño que la favorecen, incluso con la formación de setos. Font Quer (1973) considera que un árbol para poder denominarse como tal, tiene que tener al menos 5 metros de altura; sin embargo hoy en día nadie dudaría que un olivo o un manzano son árboles plenos aunque su altura sea de tres o cuatro metros.
Su aspecto sería el mismo del árbol pero de tamaños aproximados inferiores a tres metros. La utilización en jardinería de árboles compatibles con su crecimiento en aceras o lugares donde interesa que la vegetación no invada determinadas alturas o espacios ha procurado una generación de variedades de especies que bien partiendo de especies que genéticamente son de mayor tamaño, o bien de arbustos que interesa que alcancen una altura superior de una persona con un solo tronco para que puedan pasar las personas sin obstáculos, nos proporcionan plantas con esas características, un solo tronco y una copa reducida, que por una parte no invadan espacio y permitan la circulación por las aceras, por ejemplo, y que tampoco invadan balcones o ventanas impidiendo la visión de los pisos primeros de los edificios.
Se utiliza esta denominación para aquellos vegetales leñosos que de forma natural tienen diversos troncos de similar grosor o importancia. Tal como se ha indicado anteriormente algunas especies pueden crecer con el porte de árbol o arbusto, bien por causas naturales o artificiales, como la poda y se pueden considerar tanto como arbolillos o como arbustos, según el caso.
Por diversas razones de índole botánica las plantas que de forma habitual se denominan palmeras, botánicamente no deben considerarse como árboles; al igual que existen otras plantas herbáceas que alcanzan desarrollo y portes de árboles (megaforbia = grande + planta herbácea). Habitualmente estas plantas se incluyen entre los árboles y arbustos, por su identificación intuitiva con ellos y porque desde un punto de vista práctico, más aún cuando se trata de aspectos relacionados con la jardinería o la introducción en el conocimiento de la botánica, es más eficaz desde planteamientos “didácticos”.
Algunas especies tienden a crecer verticalmente, siempre con ayuda de soportes, que pueden ser paredes, taludes o bien otras plantas sobre las que se desarrollan, alcanzando en ocasiones gran tamaño. Si un ejemplar no encuentra un soporte accesible podrá desarrollarse por el suelo reptando, o bien colgante.
De manera independiente al porte, las diversas especies pueden tener diferentes formas de su copa o la zona con ramas secundarias y cubiertas de hojas. Al igual que el porte es una característica muy variable y alejada de características estrictamente botánicas o sistemáticas, pero que es necesario tener en cuenta para el uso en jardinería, arquitectura o de divulgación, por su utilidad. La copa es independiente del porte, dado que encontramos especies que pueden ser árboles, arbustos, …, con diversas copas. Los iconos se han representado con aspecto de árbol, pero pueden ser de cualquier otro porte.
También este criterio tiene que considerarse orientativo a la hora de elegir una especie. Pero también puede sufrir modificaciones en cada ejemplar de una misma especie en función de las condiciones ambientales tal como se ha indicado en el apartado anterior al tratar sobre las dimensiones de las especies. Asimismo hay especies que de forma general tienden a variar el color de sus hojas en algún momento del año, sin embargo en algunos ejemplares de una misma especie esas variaciones pueden no ser tan pronunciadas o pasar desapercibidas. Esta característica es muy variable según las especies el clima, e incluso el año o el terreno en el que crecen los ejemplares. Se recomienda no marcar en la aplicación un color determinado a no ser que se quiera ser muy exigente en la elección con este aspecto. En este caso se recomienda dejar abierto el resto de caracteres o el máximo posible y fijar solamente el color.
Muchas especies de jardinería suelen tener diversas variedades que se diferencian por el color de la floración. No es raro encontrar que la misma especie tenga flores por ejemplo de color blanco, rosa o rojas y en ocasiones la diversidad puede formar un continuo de colores como una paleta de pintor. Por ello es preciso asegurarse en el vivero de que color es el ejemplar o los ejemplares que nos suministran.
El polen, las semillas, los órganos voladores de las mismas, así como parte de sus órganos pueden ocasionar alergias, cada vez más abundantes, posiblemente debidas a un primer contacto de las personas con productos desconocidos por el organismo. Por ello deben estar valoradas en su medida las especies que por las condiciones climáticas del lugar pueden ocasionar una mayor producción de los productos alérgicos. Otro tanto ocurre con la toxicidad de algunas especies. Si bien esta propiedad puede ser poco peligrosa en la mayoría de las especies que así se indican, no está de más aumentar la precaución con ellas, fundamentalmente si pueden ser accesibles a personas de poca o mucha edad, más susceptibles a consecuencias más graves. Otras características de las plantas pueden influir en la conveniencia o no de su plantación en un lugar concreto. El calentamiento global que afecta a la Tierra puede ocasionar que determinadas especies que no han ocasionado problemas de invasión, en un momento determinado sí lo hagan, por ello hay que tener presente las precauciones debidas. Las plantas que pueden pinchar o cortar han de prevenirse fundamentalmente en los lugares más accesibles a los niños y niñas de menor edad. Las raíces son un factor importante a la hora de plantar árboles, principalmente cerca de edificaciones, lugares donde se almacena o tuberías que conducen agua. También es necesario tener en cuenta las raíces de las especies que se plantan en terrenos a los que afecten encharcamientos o periodos de sequías y abundantes lluvias, especialmente aquellos en los que los árboles puedan extraer el agua por las raíces ocasionando compactaciones o expansiones del suelo. Los terrenos arcillosos expansivos suelen ser los más propensos a ocasionar problemas con especies vegetales que requieren alta demanda de agua, lo que ocasiona que extraigan grandes cantidades del suelo y éste modifique su compactación pudiendo ocasionar movimientos en las estructuras edificadas. Relacionado en ocasiones con la agresividad de las raíces es el grosor del árbol a la altura del suelo. También puede ocasionar perjuicios en las aceras por lo que es necesario dejar suficiente alcorque, teniendo en cuenta el grosor que pueda alcanzar en esa zona la especie plantada.